miércoles, 17 de julio de 2013

La muerte es efímera, ataca sin que te des cuenta, incluso cuando menos te lo esperas,la muerte viene y no se va, sino que se lleva con ella tu vida entera. Normalmente la muerte no nos afecta de forma directa, lo que quiero decir con esto, es que cuando el fallecimiento es nuestro, morimos sin más, cuando nos vamos no tenemos nada más que hacer, no sufrimos una ausencia, no echamos de menos, pero sin embargo, cuando se va algún ser querido, o alguna persona que formaba parte de nuestra vida, la muerte es mucho más cruel. Se lleva consigo sentimientos, alegrías, ilusiones, esperanzas, sueños y no digamos recuerdos, porque los recuerdos se quedan con nosotros, permanecen en nuestro corazón y ni si quiera la muerte nos hara olvidarlos. Desgraciadamente el daño que provoca la muerte es mucho más grande que cualquier gesto de amor o cariño, es un daño irreparable y aunque con el paso del tiempo aprendamos a vivir con la situación, siempre nos queda una espinita, y no para mal, sino al contrario, un gran recuerdo que nos haga sonreir al recordar a la persona que se fue.